En el amor: nunca elijas a la
persona más bonita del mundo, sino a la persona que te haga el mundo más
bonito. Búscala, y si no la encuentras, sigue luchando. Lucha. Lucha porque el éxito
es la suma de pequeños esfuerzos repetidos día tras día. Y no hagas caso de
aquellos que dicen que es imposible; el dolor de hoy será la gloria de mañana,
aunque te caigas diez veces, te puedes levantar once y continuar peleando por
tus sueños. Que nadie te diga que tú no puedes, solo tú eliges tu destino.
Recuerda: La vida no consiste en tener buenas cartas, sino en jugar con
maestría las que te han tocado.
Nos encantan las frases
motivacionales, nos levantan el ánimo y nos ayudan a ser felices y a no
deprimirnos por muy feas que se pongan las cosas. Ciertamente admiramos a
aquellos que llevan a la práctica afirmaciones como las del primer párrafo y
buscamos como locos gente que sepa reflejar esas historias de superación en
frases cortas que podamos aprendernos y usar como lema vital. Pues bien, esto
no es más que un burdo engaño. Realmente ninguna de esas frases tiene un trasfondo
filosófico profundo que las justifique: son solo sentencias superficiales que
tratan de enmascarar la incapacidad de reflexión de quien las escribe.
Y no lo decimos nosotros, sino un
reciente estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de
Waterloo, en Canadá. Tras darse cuenta del tremendo éxito que obtenían en las
redes sociales aquellos escritores, o simples usuarios anónimos, que publicaban
baterías interminables de frases de ese tipo, decidieron investigar para saber
si efectivamente estas personas poseían una inteligencia superior a la media.
Hicieron pruebas a más de 400
participantes en las que les formulaban preguntas de dos tipos: unas relacionadas
con la inteligencia y otras para comprobar qué opinión tenían sobre estas frases
y otras afirmaciones similares. El resultado del estudio fue que aquellas
personas que creían como profundas estas máximas, a menudo sin sentido son “menos
reflexivos”. Tienen, además, “menos habilidades cognitivas (menos fluidez
verbal) y son más dadas a la confusión filosófica”. El estudio también les
atribuye una propensión a las ideas conspirativas, las creencias paranormales
y, por si fuera poco, los asocia con las terapias alternativas a la medicina
tradicional.
El propio estudio llama a
aquellas frases “bullshits”, que entre otras cosas se podría traducir como
chorradas (basta con leer el primer párrafo de este artículo desde la última
frase a la primera y comprobar que el párrafo guarda una coherencia similar, es
decir, ninguna). Según los investigadores, estas chorradas “son inherentes a la
especie humana” y esta práctica de “esconder vaguedades” en frases
aparentemente complejas se está extendiendo gracias a la expansión de las redes
sociales y de las posibilidades comunicación entre las personas.
Y para aquellos apasionados
creyentes de estas “pseudofrases” el estudio de los canadienses tiene una
solución: “Rechazar estas frases sin aplicación práctica cuando las recibimos
nos hace ser más críticos y rigurosos con nosotros mismos.” Tampoco vendría mal
sacrificar una de las tres horas de media que invertimos en utilizar el móvil buscando estas "frases para la vida" en sentarnos en el sofá y leer un buen libro. Que no está prohibido.
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