jueves, 31 de marzo de 2016

El sospechoso arte de crear frases bellas

En el amor: nunca elijas a la persona más bonita del mundo, sino a la persona que te haga el mundo más bonito. Búscala, y si no la encuentras, sigue luchando. Lucha. Lucha porque el éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos día tras día. Y no hagas caso de aquellos que dicen que es imposible; el dolor de hoy será la gloria de mañana, aunque te caigas diez veces, te puedes levantar once y continuar peleando por tus sueños. Que nadie te diga que tú no puedes, solo tú eliges tu destino. Recuerda: La vida no consiste en tener buenas cartas, sino en jugar con maestría las que te han tocado.
Nos encantan las frases motivacionales, nos levantan el ánimo y nos ayudan a ser felices y a no deprimirnos por muy feas que se pongan las cosas. Ciertamente admiramos a aquellos que llevan a la práctica afirmaciones como las del primer párrafo y buscamos como locos gente que sepa reflejar esas historias de superación en frases cortas que podamos aprendernos y usar como lema vital. Pues bien, esto no es más que un burdo engaño. Realmente ninguna de esas frases tiene un trasfondo filosófico profundo que las justifique: son solo sentencias superficiales que tratan de enmascarar la incapacidad de reflexión de quien las escribe.


Y no lo decimos nosotros, sino un reciente estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Waterloo, en Canadá. Tras darse cuenta del tremendo éxito que obtenían en las redes sociales aquellos escritores, o simples usuarios anónimos, que publicaban baterías interminables de frases de ese tipo, decidieron investigar para saber si efectivamente estas personas poseían una inteligencia superior a la media.
Hicieron pruebas a más de 400 participantes en las que les formulaban preguntas de dos tipos: unas relacionadas con la inteligencia y otras para comprobar qué opinión tenían sobre estas frases y otras afirmaciones similares. El resultado del estudio fue que aquellas personas que creían como profundas estas máximas, a menudo sin sentido son “menos reflexivos”. Tienen, además, “menos habilidades cognitivas (menos fluidez verbal) y son más dadas a la confusión filosófica”. El estudio también les atribuye una propensión a las ideas conspirativas, las creencias paranormales y, por si fuera poco, los asocia con las terapias alternativas a la medicina tradicional.
El propio estudio llama a aquellas frases “bullshits”, que entre otras cosas se podría traducir como chorradas (basta con leer el primer párrafo de este artículo desde la última frase a la primera y comprobar que el párrafo guarda una coherencia similar, es decir, ninguna). Según los investigadores, estas chorradas “son inherentes a la especie humana” y esta práctica de “esconder vaguedades” en frases aparentemente complejas se está extendiendo gracias a la expansión de las redes sociales y de las posibilidades comunicación entre las personas.

Y para aquellos apasionados creyentes de estas “pseudofrases” el estudio de los canadienses tiene una solución: “Rechazar estas frases sin aplicación práctica cuando las recibimos nos hace ser más críticos y rigurosos con nosotros mismos.” Tampoco vendría mal sacrificar una de las tres horas de media que invertimos en utilizar el móvil buscando estas "frases para la vida" en sentarnos en el sofá y leer un buen libro. Que no está prohibido.